“Dadme la soberanía monetaria y os construiré el socialismo”

La paradoja de los dos caballos

(La paradoja de los dos caballos – Red MMT España)

27 noviembre, 2020

Escrito por Carlos García

Marx sostiene que todo sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción está condenado a desaparecer para dar lugar a un sistema superior sin propiedad privada de los medios de producción. La razón de este colapso de la sociedad capitalista y la subsiguiente aparición del socialismo hay que buscarla en la ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia. Según esta ley, las contradicciones de clase dentro del sistema capitalista solo pueden tender a aumentar, ya que, para poder competir los unos contra los otros, los capitalistas tienen que aumentar su tasa de ganancia permanentemente. Esto solo es posible mediante una mayor explotación de los trabajadores, que se traduce en salarios cada vez más bajos y jornadas laborales cada vez más largas. No obstante, esta depauperación del trabajo asalariado choca con un límite, “el mismo capital”. Por debajo de este límite, se produce una crisis de demanda tras la que los trabajadores no pueden subsistir, ya que no pueden comprar las suficientes mercancías producidas por ellos mismos. Además, los pocos capitalistas que existen en esta fase se arruinan. Así es como el edificio del capitalismo se viene abajo y surge un sistema mejor, sostenible y sin propiedad privada de los medios de producción llamado socialismo, cuya fase superior se llama comunismo. “El desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social es lo que constituye la misión histórica y la razón de ser del capital. Es así precisamente como crea, sin proponérselo, las condiciones materiales para una forma más alta de producción”.

Nadie se tomó más en serio la obra de Marx que John Maynard Keynes. Por eso se dio cuenta de que la historia se encontraba ante una pregunta fundamental: ¿es verdad lo que dice Marx? Para contestar a esta cuestión hay que atender a la forma lógica de la ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia. La forma lógica que toma esta ley es el modus tollens ((P→Q) ʌ ¬Q) → ¬P, si existe la propiedad privada (P) entonces el sistema colapsa (Q); si el sistema no colapsa (¬Q) es que la propiedad privada no implica el colapso del sistema (¬P).

Ciertamente, durante las décadas que mediaban entre la publicación de El Capital de Marx y la época de Keynes se habían producido acontecimientos drásticos. Si bien el capitalismo no parecía estar al borde del colapso en muchos lugares del planeta, la revolución comunista había triunfado en la Unión Soviética, en 1929 la economía de los EE.UU. había entrado en una gran recesión siguiendo los análisis de las crisis de demanda expuestos por Marx y Alemania se estaba debatiendo entre el nazismo y el comunismo. A ojos de un antisocialista como Keynes, la situación era altamente preocupante. No obstante, para demostrar la falsedad de la premisa P→Q basta con que esta premisa sea falsa en un solo caso. Esto condujo a Keynes a estudiar la que según él era la principal aportación de Marx, su análisis del circuito monetario. Si había alguna contradicción en los planteamientos de Marx, tenía que estar ahí.

Para llegar al circuito monetario, Keynes tenía que pasar primero por la teoría del trabajo de Marx. De facto, la acepta como cierta y escribe “en mi opinión, podría evitarse mucha confusión si nos limitáramos estrictamente a las dos unidades, dinero y trabajo, cuando nos ocupamos del sistema económico en conjunto”. Desde un punto de vista antropológico, Keynes no tiene inconveniente en aceptar que el trabajo humano es la única fuente de valor y que las mercancías reciben el valor del trabajo humano igual que el agua fría recibe el calor de un objeto caliente cuando dicho objeto es sumergido en ella. La contradicción la encuentra en el siguiente paso, cuando Marx analiza el circuito monetario en una economía monetaria de producción en la que se pasa de tener productores que intercambian sus mercancías por dinero con objeto de comprar otras mercancías (m – d – m) a tener capitalistas que acumulan dinero para comprar mercancías que luego venden por una mayor cantidad de dinero gracias a la plusvalía extraída de los trabajadores (d – m – D). Este paso lo explica Marx como una extensión del trueque, menciona a Robinson Crusoe y toma una postura metalista con respecto al dinero, he aquí donde Keynes encuentra la contradicción que estaba buscando, en el dinero-mercancía de carácter exógeno presentado por Marx, y es a partir de aquí de donde construye su obra.

Primero, niega el dinero exógeno y defiende el carácter endógeno del dinero fiduciario. Así, en su “Tratado sobre el Dinero” presenta la creación del dinero como parte endógena del ciclo económico y niega la teoría de los fondos prestables. El dinero lo crean en su mayor parte los bancos concediendo créditos a sus clientes independientemente de las reservas de dinero de las que dispongan, ya que siempre pueden acudir al Banco Central como prestamista de último recurso. El resto del dinero lo crean directamente los estados mediante la coordinación del Banco Central y el Tesoro para llevar a cabo el gasto público. En los dos casos el dinero está denominado en moneda nacional y proviene del Banco Central, el cual no depende de sus reservas de oro ni de plata, ni de la recaudación de impuestos, ni de la emisión de deuda para emitir moneda nacional.

Esto plantea una cuestión política, nuevamente no analizada por Marx. Si en el “Tratado sobre el Dinero” la creación de dinero se presenta como una decisión tomada por los bancos cuando se encuentran ante una oportunidad de obtener beneficios, en la “Teoría General” la creación del dinero se presenta también como una decisión política de los gobiernos para crear demanda agregada mediante el gasto público vía déficit. Sin esta capacidad de los gobiernos para crear demanda agregada mediante los déficits públicos, no solamente se cumpliría la profecía de Marx sobre el colapso del capitalismo, sino que además sería imposible explicar el propio nacimiento de las economías monetarias de producción. El circuito monetario no nace del trueque, ni del oro, ni de la plata, sino del crédito concedido por los gobiernos en calidad de emisores soberanos de moneda nacional, que en las sociedades actuales pasa por la existencia de los bancos centrales.

La receta de Keynes es simple: para evitar las crisis de demanda descritas por Marx, los estados deben crear demanda agregada mediante el gasto público para mantener niveles de pleno empleo y niveles de bienestar que no conduzcan al colapso del capitalismo. Esta es la receta que aplicó Franklin Delano Roosevelt para, en contacto con el propio Keynes, poner en marcha el New Deal que sacó a EE.UU. de la Gran Recesión de 1929, y también es la receta que se aplicó en occidente tras la Segunda Guerra Mundial para construir los sistemas de bienestar y protección social. He aquí dos casos en los que P→Q no se cumple y por tanto la premisa enunciada por Marx queda refutada.

A mi entender, es fundamental que la izquierda extraiga las enseñanzas de toda esta experiencia acumulada. (…) Los estados que permiten la existencia de la propiedad privada de los medios de producción colapsan si se gobiernan de manera incompetente. Los estados con propiedad privada de los medios de producción no colapsan si crean la suficiente demanda agregada mediante sus políticas de gasto vía déficits públicos y si intervienen en la economía mediante una fuerte presencia del sector público que garantice elevados niveles de bienestar a sus ciudadanos. El colapso del capitalismo en Rusia y el ascenso del nacionalsocialismo en Alemania solo fueron posibles por la manifiesta incompetencia del Zar Nicolás II y del Káiser Guillermo II respectivamente; asimismo el colapso del capitalismo en EE.UU. debido a la Gran Recesión de 1929 solo se evitó gracias a la intervención pública mediante el New Deal. Actualmente estamos presenciando un acontecimiento parecido en la Unión Europea. Para combatir la pandemia del COVID, la UE ha decidido suspender sus absurdos y reaccionarios límites de déficit. Lo ha hecho porque la pandemia amenazaba la existencia del propio capitalismo en la UE. En cuanto la pandemia pase, la UE volverá a imponer sus límites de déficit para que su modelo de capitalismo mercantilista siga garantizando los privilegios de las élites exportadoras y siga condenando a la mayoría trabajadora a unos estándares de vida subóptimos.

¿Significa lo anterior que debemos renunciar al socialismo, que el intento de transformación socialista de la economía y de la sociedad en su conjunto son una pérdida tiempo? En absoluto. Renunciar al socialismo es renunciar a una vida mejor. El propio Keynes escribe: “es una característica prominente del sistema económico en que vivimos que, aun cuando está sujeto a severas fluctuaciones en la producción y la ocupación, su inestabilidad no es violenta. En verdad parece poder permanecer en condiciones crónicas de actividad subnormal durante un periodo considerable, sin tendencia marcada a la recuperación o al derrumbe total. Más aún, las pruebas indican que la ocupación plena o casi plena ocurre rara vez y tiene poca duración. Las fluctuaciones pueden empezar de repente, pero parecen agotarse antes de llegar a grandes extremos, y nuestro sino es la situación intermedia, que no es ni desesperada ni satisfactoria”. Los socialistas no podemos resignarnos a vivir bajo este orden de cosas. Para finalizar este artículo me gustaría presentar muy sucintamente una propuesta, a la que en otro sitio he llamado socialismo fiduciario1, como camino alternativo hacia la transformación socialista de la sociedad y que espero que pronto tome forma de libro para poder exponerla con más amplitud.

(…) Los socialistas tenemos que aceptar que no hay leyes históricas y los capitalistas tienen que aceptar que lo máximo que son capaces de ofrecer son soluciones insatisfactorias a los principales problemas sociales. (…)

Después tenemos que plantearnos qué significa que no haya leyes históricas. Las leyes históricas como la expuesta por Marx conciben la historia como el desarrollo de una ley hacia cuya esencia (idea) fluye la humanidad a lo largo del tiempo. Por tanto, la esencia (la idea) se coloca al final de un proceso hacia el cual se tiende de manera inexorable. Este esquema seguido por Marx lo adoptaron primero Aristóteles y luego Hegel en contraposición a Platón y a Kant respectivamente y debe ser abandonado por la izquierda. Esto significa que hay que volver a Kant y abandonar a Hegel. No hay leyes históricas inexorables que rijan el destino de la humanidad, el ser humano no es un actor cuya misión sea acelerar los dolores del parto de una sociedad nueva predeterminada desde el inicio de la historia. Por el contrario, debemos partir de una idea primigenia a partir de la cual se derive nuestra actividad política. Esto conlleva establecer nuestros fines como premisas de nuestra política. Nosotros creemos que esas premisas son correctas, pero no podemos estar seguros de ello y ni siquiera sabemos si llegarán a hacerse realidad. La verdad o falsedad de nuestras premisas tendrá que ser corroborada mediante elecciones libres y democráticas. En el caso concreto del socialismo tenemos que partir de una definición que no refleje ninguna ley histórica inexorable sino los fines que defendemos. Yo propongo que esos fines sean los recogidos por el economista norteamericano Stuart Chase, quien en su libro de 1942 “El camino que seguimos” [The Road we are traveling] dice que toda política económica debe cumplir cinco objetivos fundamentales: pleno empleo garantizado y permanente, utilización plena y prudente de los recursos naturales, garantía a todo ciudadano de comida, alojamiento, vestido, servicios sanitarios y educación, seguridad social en forma de pensiones y subsidios, y garantía de estándares laborales dignos.

Si nos fijamos, todos salvo el segundo punto, el que tiene que ver con la preservación de la naturaleza, han sido ejes fundamentales del socialismo en todas sus formas (…)

… último apartado de este artículo, el dedicado al método. A mi entender, el mejor método para alcanzar los cinco fines del socialismo (…) sin crear una inflación descontrolada es la teoría monetaria moderna. Tal y como dice … el economista australiano Bill Mitchell, esta escuela económica no es un régimen político, sino unas lentes a través de las cuales se puede enfocar la ciencia económica de la manera correcta. La teoría monetaria moderna nos indica el método para movilizar todos los recursos reales de la economía manteniendo la estabilidad de precios. La movilización plena de dichos recursos se puede orientar hacia los objetivos que se decidan políticamente. (…)

… habría que plantear una nueva definición de socialismo. (…)  sistema de organización social y económica en el que mediante la teoría monetaria moderna se garanticen el pleno empleo, la utilización plena y prudente de los recursos naturales, la garantía a todo ciudadano de comida, alojamiento, vestido, servicios sanitarios y educación, una seguridad social en forma de pensiones y subsidios, y la garantía de estándares laborales dignos.

(…) lo he llamado en el pasado socialismo fiduciario2, pero también podría llamarse socialismo flexible, ya que libera al socialismo de las rigideces impuestas por la ley histórica. (…) Solo se establece una rigidez: la soberanía monetaria. La teoría monetaria moderna solo tiene validez en sistemas monetarios en los que el estado sea el emisor soberano de su moneda y en los que exista la pertinente coordinación entre el Banco Central y el Tesoro3. Si el Arquímedes de la antigua Grecia dijo dadme un punto de apoyo y moveré el mundo, un Arquímedes socialista diría dadme la soberanía monetaria y os construiré el socialismo. Sin el punto de apoyo de la soberanía monetaria la propuesta de socialismo expuesta anteriormente no es posible. En la mayor parte del mundo esto no supone un problema porque ya se cuenta con la soberanía monetaria, pero en la Unión Europea esto supone el principal escollo para cualquier transformación socialista de la economía4. Por tanto, en España el primer paso hacia el socialismo sería abandonar la Unión Europea y el euro.

Euro delendus est.

Gehigarriak:

The Road we are traveling5

Stuart Chase – a visionary ahead of his time – Bill Mitchell


Ikus aurreko oharra,

3 Warren Mosler-ek DTM aplikatzen du Europar Batsunean ere, non EBZ da nagusi: Warren Mosler: AEBetako Fed eta Eurolandiako EBZ.

Iruzkinak (1)

  • joseba

    Socialismo fiduciario
    (https://www.mundoobrero.es/pl.php?id=6640)
    CARLOS GARCÍA HERNÁNDEZ. 25/01/2017
    Un relato de ficción

    El 16 de agosto de 1971, el camarada Secretario General había anulado todas sus citas. El día anterior, el responsable de políticas económicas le había mandado una nota urgente. Era imprescindible que se reunieran. Por fin, el economista entró en el despacho.

    “Espero que sea importante”.

    “Lo es. El dinero del que hablaba Marx ya no existe”.

    El Secretario General pasó de la sorpresa a la impaciencia. “Puedes explicarte, por favor”.

    “Antes los depósitos bancarios estaban respaldados por oro. Una onza de oro equivalía a 33 dólares norteamericanos. A partir de esa equivalencia se establecía el sistema de cambio de las diferentes divisas del mundo. Y lo que es más importante, la capacidad de gasto de los gobiernos se veía limitada por la cantidad de oro disponible. Ahora ya no. Los gobiernos pueden crear y gastar su propia moneda de forma ilimitada. El dinero ha dejado de ser una mercancía para convertirse en un apunte contable intangible, lo cual recibe el nombre de dinero fiduciario. Esto lo cambia todo”.

    El rostro del Secretario General era pura perplejidad. Solo alcanzó a preguntar: “¿Desde cuándo?”

    “Desde ayer”.

    Incomprensiblemente, esta conversación es un relato de ficción. ¿Cómo es posible que un evento histórico tan relevante, equiparable a la adopción del modelo copernicano en la física, no fuera analizado por ningún partido comunista del mundo? Para mí es todo un misterio; pero lo cierto es que el fundamento sobre el que se construye toda la obra de Marx, el dinero basado en el patrón oro, dejó de existir el 15 de agosto de 1971, día en el que se adoptó el dinero fiduciario.

    Curas milagrosas

    Para Marx, el dinero basado en el patrón oro es una premisa. Es el punto de partida que utiliza a la hora de analizar la economía capitalista en la que vivió: “Para simplificar, en esta obra partimos siempre del supuesto de que la mercancía-dinero es el oro” (Marx, 2008). Es decir, que por convención el oro es la mercancía que no solo posee valor de uso y de cambio, sino que además determina el valor de cambio del resto de mercancías, lo cual convierte al oro en dinero: “La mercancía que funciona como medida de valor y por tanto […] como medio de circulación, es el dinero. El oro o, en su caso, la plata es, por consiguiente, dinero” (Ibíd.).

    Esto significa que la acumulación de oro equivale al ahorro de dinero, y que el valor del dinero emitido por el estado varía dependiendo de la cantidad de oro que represente. Así es como, en último término, la capacidad de gasto, tanto de los estados como del sector privado, viene determinada por el ahorro de dinero acumulado, bien en forma de papel moneda, bien en forma de oro. Si dentro de este sistema basado en el patrón oro se permite la propiedad privada de los medios de producción, la forma de producción capitalista se convierte en un método de acumulación de dinero en manos de una clase social, la propietaria de los medios de producción, frente al resto de la sociedad, que a cambio de un salario de subsistencia genera bienes y servicios que le permiten a la burguesía aumentar su nivel de ahorro de un dinero que por su propia naturaleza basa su valor en una mercancía escasa.

    Esta realidad, en la que el dinero-oro es un bien escaso, lleva a Marx a la conclusión de que es la propiedad directa de los medios de producción lo único que determina el reparto de la riqueza de una economía. O bien se elimina la propiedad privada de los medios de producción, o bien la propiedad privada de los medios de producción tenderá siempre a la acumulación del dinero en manos de la burguesía y al aumento de la miseria entre la clase trabajadora.

    Para Marx, cuyos referentes intelectuales eran sobre todo Ricardo y Adam Smith (el chartalismo de Georg Friedrich Knapp es posterior a la obra de Marx), no cabía otro punto de partida nada más que el patrón oro. A las teorías del dinero no basadas en él las tildo de “curas milagrosas” (Ibíd.).

    Teoría Monetaria Moderna

    El análisis del paso del patrón oro al dinero fiduciario lo ha realizado recientemente la teoría monetaria moderna (TMM). Desde el 15 de agosto de 1971, los estados crean dinero de la nada mediante tecleos informáticos en el banco central. Dichos tecleos hacen aumentar los saldos de cuentas en bancos privados cuando una persona o empresa recibe un pago, y hacen disminuir esos mismos saldos cuando una persona o empresa paga impuestos al estado. Por tanto, el estado no puede quedarse sin su propia moneda y el concepto de ahorro en su propia moneda se convierte en un sinsentido. Las empresas y las familias sí que necesitan ahorrar porque son usuarias, no emisoras de moneda. Sin embargo, el estado no ahorra en su propia moneda, ya que puede emitir toda la que quiera y nunca se puede quedar sin ella. Así es como el dinero deja de ser una mercancía y pasa a ser un mero apunte contable (Wray, 2015). Además, la capacidad de gasto del estado deja de estar supeditada a la recaudación de impuestos o a la emisión de deuda (Mosler, 2016). No obstante, los impuestos siguen siendo necesarios, pero no para financiar el gasto corriente del estado, sino para cumplir una doble función: dar valor al dinero y controlar la demanda agregada (capacidad de consumo). Mediante la primera función se asegura que el dinero del estado será aceptado como medio de pago (he aquí una “cura milagrosa” que a Marx se le pasó por alto) y mediante la segunda se controla la inflación.

    A este hecho hay que añadir que la no convertibilidad también conllevó la aparición de los tipos de cambio fluctuantes. Esto evitó que la especulación privada en los mercados divisas pudiera desestabilizar el tipo de cambio de las diferentes monedas. Por consiguiente, las medidas fiscales como la primera ley de Lerner que estudiaremos en el siguiente apartado ganaron una efectividad que anteriormente se veía contrarrestada por la especulación privada en los mercados de divisas.

    Así fue como la única limitación en el gasto de los estados pasó a ser la ejercida por los recursos reales existentes en una economía. Por su parte, los déficits públicos generados por dicho gasto, al generarse en la moneda del estado, siempre son sostenibles, y al contrario de lo que ocurría bajo el patrón oro, no son necesariamente inflacionistas, no hacen aumentar los tipos de interés y no suponen un lastre de deuda para las generaciones futuras (Wray, 2015).

    Los déficits públicos son un mero apunte en el balance de la contabilidad nacional que lo único que nos indican es el ahorro en moneda nacional que el sector público le ha permitido acumular mediante el gasto público al sector no público (familias, empresas y sector exterior), ya que: balance del sector público + balance del sector privado + balance del sector exterior = 0.

    El punto Lerner

    La TMM defiende la existencia de un estado en la economía que viene definido por la primera ley de la finanza funcional de Abba Lerner, la cual dice lo siguiente:

    “La principal responsabilidad del gobierno (que no puede ser asumida por nadie más) es la de mantener una proporción de gasto total en bienes y servicios que no sea ni mayor ni menor que la proporción que permitiría adquirir a precios actuales todos los bienes que es posible producir. Si se permite que el gasto total supere este umbral, se generará inflación, y si se permite que esté por debajo, se generará desempleo. El gobierno puede aumentar el gasto total gastando más él mismo o reduciendo los impuestos de manera que los contribuyentes tengan más dinero que gastar. Asimismo, puede reducir el gasto total gastando él mismo menos o aumentando los impuestos de manera que los contribuyentes tengan menos dinero para gastar. De esta manera, el gasto total puede ser mantenido al nivel adecuado, esto es, será el suficiente como para comprar los bienes que puedan ser producidos por todos aquellos que deseen trabajar y al mismo tiempo no será lo suficientemente alto como para generar inflación […]” (citado en Mitchell, 2016).

    Es decir, que un país que emita su propia moneda de forma soberana y que recaude impuestos de forma eficiente puede llevar su economía a un determinado punto en el que los déficits (o superávits) públicos sean tales que la tasa de desempleo sea del 0% y el nivel de precios se mantenga estable. A este estado de la economía me gusta llamarlo el punto Lerner. La TMM propone alcanzar este punto mediante planes de trabajo garantizado o de transición. Estos planes se basan en el principio de que todo aquel que quiera y pueda trabajar, pero que no encuentre un trabajo en el sector privado, obtendrá un puesto de trabajo en el sector público a cambio de un salario mínimo que le permita llevar un vida digna hasta que encuentre un puesto de trabajo que ofrezca mejores condiciones en el sector privado.

    Socialismo fiduciario

    Una sociedad abierta y próspera regida por los principios de la teoría monetaria moderna y de la finanza funcional, sin paro ni pobreza, en la que todo el mundo tenga un trabajo digno, bien en el sector privado, bien en el sector público, que le permita tener todas sus necesidades básicas cubiertas y compatibilizar vida laboral y personal mediante horarios razonables, en la que los servicios públicos, la educación y la sanidad fueran de primera calidad, y en la que además el nivel de precios fuera estable. A este tipo de sociedad es a lo que me he permitido llamar socialismo fiduciario.

    El adjetivo fiduciario lo utilizo para hacer hincapié en las diferencias entre este tipo de socialismo y el socialismo tradicional.

    Según la Real Academia Española de la Lengua, la primera acepción de la palabra socialismo es:

    1. m. Sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes.

    Tal y como hemos expuesto en el segundo apartado de este artículo, dicha propiedad directa de los medios de producción es condición sine qua non para poder controlar la economía de una forma colectiva dentro del patrón oro, ya que en ese escenario permitir la propiedad privada de los medios de producción equivale en definitiva a concentrar la capacidad de gasto en manos de la minoría que controla los medios de producción, mientras que la clase trabajadora no puede aspirar a una capacidad de gasto más allá del nivel de subsistencia.

    ¿Qué ocurrió a partir de la aparición del dinero fiduciario? Pues que, tal y como hemos visto, el estado emisor de moneda dejó de estar sujeto a ningún tipo de restricción de gasto en su propia moneda. En este escenario, el sector privado solo puede ahorrar en moneda nacional si el estado incurre en déficit público, es decir, si el estado decide gastar más de lo que recauda por impuestos. En este esquema la “[…] administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes” no necesita de la propiedad directa de los medios de producción. Los medios de producción podrían permanecer en manos privadas, ya que el nivel de acumulación de moneda nacional en manos de los dueños de los medios de producción la determina el estado mediante su política fiscal. Es decir, la administración de los medios de producción y la distribución de los bienes la realiza el estado, pero de forma indirecta. Así, los propietarios de los medios de producción solo pueden apropiarse de la cantidad de dinero que el estado les permita mediante la recaudación de impuestos y el estado podrá gastar tanto como considere necesario independientemente del nivel de acumulación de dinero en manos de los propietarios de los medios de producción (el dinero ya no es un bien escaso).

    Además, la TMM nos demuestra que para la implementación de políticas de pleno empleo por parte del estado solo debemos preocuparnos de la inflación. Por tanto el nivel de gasto del gobierno debe llevar a la economía hasta su punto Lerner, pero no superarlo.

    Si implantáramos el socialismo fiduciario según estas líneas, podríamos hacer el siguiente experimento: solo una persona podría saber cuál es el nivel de déficit público de la economía. El resto, incluidos los responsables gubernamentales, no sabríamos cuál es dicho nivel, solo nos ocuparíamos de llevar a cabo políticas de gasto destinadas al pleno empleo, al refuerzo de los servicios públicos y al control de la inflación. Después de unos años, la persona que ha llevado a cabo la contabilidad del déficit público nos revelaría los datos apuntados. Así veríamos que el sector público unas veces (prácticamente siempre) habría incurrido en déficit, sobre todo al principio cuando todavía hubiera paro en la sociedad, y otras en superávit, sobre todo al acercarnos al punto Lerner, pero veríamos que tales niveles no supusieron ningún problema para conseguir la implantación del socialismo fiduciario.

    Por consiguiente, una premisa fundamental para la implantación del socialismo fiduciario sería la salida inmediata del euro y la recuperación de la soberanía monetaria (Medina Miltimore, 2016) para poder implantar los planes de trabajo garantizado que propuso IU antes de su pacto con Podemos. El euro es una moneda que España utiliza, pero no emite de forma soberana, ya que España está sujeta al Pacto por la Estabilidad y el Crecimiento, y dicho pacto no permite que los déficits públicos superen el 3% del PIB en cada uno de los países de la UE, un nivel que en España es incompatible con el pleno empleo y con las políticas de bienestar.

    Marx, Karl (2008 [1975]) El Capital, vol. 1, México, Siglo XXI editores.

    Medina Miltimore, Stuart (2016) El leviatán desencadenado, Berlín, Lola Books.

    Mitchell, William (2016) La Distopía del Euro, Berlín, Lola Books.

    Mosler, Warren (2016) Los siete fraudes inocentes capitales de la política económica, Berlín, Lola Books.

    Wray, L. Randall (2015) Teoría Monetaria Moderna, Berlín, Lola Books.

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