Elkarrizketa: “Para que Cataluña se independice no bastará con que el Parlament lo declare”: Anna Gabriel1
(Marcel Sanromà-k egina, 2017.06.09)
Anna Gabriel I Sabaté. Diputada y líder de la CUP en el Parlamento de Cataluña. La CUP, un partido de izquierda anticapitalista e independentista, entró hace cinco años en el parlamento catalán y, en un contexto de crisis económica, corrupción y secesionismo en auge, en 2015 se hizo con un papel político relevante. Vino unos días a México, y además de hablar con Crónica, participó en encuentros con familiares de desaparecidos y en foros sobre el feminicidio
Formada en educación social y profesora de derecho, Anna Gabriel nació en el pequeño pueblo de Sallént, en Barcelona, en 1975.
—¿Por qué quieren independizarse de España?
—Por muchos motivos, pero sobre todo por una voluntad democratizadora. Desde hace un tiempo se demuestra que pese a que hay una mayoría de la población en Cataluña que reclama algo tan simple como poder expresar en referéndum qué relación quiere tener con el estado español, este no sólo no lo permite sino que lo persigue. Esto denota falta de democracia. Crear una nueva república abre perspectivas y plantea posibilidades de gestar un país sobre unas nuevas bases, algo que dentro del estado español no es posible.
—¿Por qué no les permiten hacer este referéndum?
—El ejecutivo español mantiene que la unidad de España es indisoluble y que la Constitución de 1978 no reconoce ningún otro sujeto político que no sea el de la nación estado española. Nosotros pensamos que esta fundamentación ha perdido muchísima legitimidad, porque más de tres de cada cuatro catalanes no han votado esta Carta Magna.
—¿Y qué dicen ustedes a eso?
—Nosotros reivindicamos como mínimo poder discutir cuál es el sujeto político. Y si un 80 por ciento de la población catalana cree que Cataluña debe tener el derecho a autodeterminarse, no tenemos otra alternativa que hacerlo posible, independientemente del gobierno español, y contraviniendo lo que diga, si es necesario.
—En 2014 se hizo un primer intento de referéndum y el Tribunal Constitucional lo prohibió. El gobierno catalán acató la decisión y rebajó la votación a una consulta popular no vinculante. Se espera que la reacción jurídica sea ahora la misma, ¿por qué cree que ahora sí se celebrará el referéndum?
—Nosotros no estábamos en el gobierno en 2014 y no estamos en el gobierno ahora. Y ni entonces nos satisfizo que se acatara la decisión del Tribunal Constitucional, ni entenderíamos que se acatara de nuevo ahora. Porque si algo era previsible era la actuación del Constitucional. El referéndum ha sido perseguido desde el momento en que se empezó a debatir en el parlamento en Barcelona; las resoluciones aprobadas en la cámara ya están suspendidas. Yo creo que el referéndum ya está prohibido, porque el Constitucional ya ha actuado.
—Entonces la única manera de hacer el referéndum es que el gobierno catalán desobedezca y asuma que se juega la cárcel
—No sé si el único escenario es la cárcel, pero desde el inicio de la legislatura nosotros hemos dicho que el referéndum sólo se podrá hacer si desobedecemos lo que dictaminen el Constitucional o el ejecutivo español y asumimos lo que esto pueda comportar. Y no sólo el gobierno, hay alcaldesas y regidoras de la CUP que harán todo lo que esté en sus manos para facilitar la celebración del referéndum, abriendo colegios electorales, por ejemplo, y tienen clarísimo que lo harán contraviniendo las prohibiciones que puedan venir del estado.
—Por tanto ustedes sí están dispuestos a ir hasta las últimas consecuencias
—Nosotros hemos asumido las consecuencias de la confrontación con el estado español; hemos tenido a personas detenidas y encarceladas por la confrontación política, por tanto la amenaza de la prisión no nos resulta nueva. A veces parece que divierte hablar de cárcel, pero no es deseable para nadie.
—De hecho en Madrid se dice que ustedes quieren ir a la cárcel y ver la imagen del ejército en las calles para ganar legitimidad
—De ninguna manera. Creo que es dramático constatar que en el estado español, en la Europa del Siglo XXI, hablamos de prisión, de inhabilitar a personas o de ilegalizar partidos políticos por el simple hecho de consultar a la ciudadanía. Nosotros estamos convencidos de que nos jugamos la democracia, quien habla con frivolidad de la cárcel y de sacar el ejército a la calle lo hace porque no está de nuestro lado.
—¿Y si no hay referéndum?
—Nosotros no trabajamos en un escenario en el que no se haga el referéndum; porque el compromiso de la mayoría parlamentaria catalana, de la mayoría de ayuntamientos catalanes y del gobierno catalán es este, y la mayoría de la población catalana lo apoya.
—Aún así, el gobierno catalán ha preparado una ley de transitoriedad jurídica que se podría aprobar de manera exprés, algo que algunos comparan con un autogolpe. ¿Cree justificado modificar las normas del Parlament para aprobar esta ley, que llevaría a una independencia unilateral?
—Tramitar una ley vía lectura única no me parece equiparable en absoluto a un golpe de estado. Respecto a la ley, creo que todos somos conscientes de que en un mundo complejo como el de hoy las independencias no se hacen efectivas porque un parlamento las declare, es algo bastante más profundo y complejo. Por eso, nosotros queremos que cualquier declaración de independencia esté precedida por la aprobación de una mayoría de la ciudadanía, si no, no lo hubiéramos planteado como objetivo de la legislatura. Por tanto, para nosotros la prioridad es que la gente se exprese libremente, a favor o en contra, luego que el resultado sea vinculante y, finalmente, que el gobierno catalán tenga que asumir los resultados.
—Llegase la declaración de independencia tras un referéndum o no, si el referéndum no es acordado con Madrid, y por tanto la secesión fuera unilateral, el reconocimiento internacional sería mínimo… ¿Con qué apoyos cuentan?
—Es evidente que no habrá ningún país que diga “si esta gente hacen un referendo y lo ganan, yo lo reconoceré”. Tenemos que celebrar el referéndum, intentar que gane el ‘Sí’ a la independencia con el margen más amplio posible, y a partir de aquí, instar a que el máximo número de estados y de agentes políticos y sociales lo reconozcan.
—El más esencial es el de Estados Unidos, que es aliado de España. ¿Cree que con la heterodoxia diplomática de Donald Trump tienen más opciones de que les apoyaran?
—Nuestra defensa del derecho a la autodeterminación no está subordinada a la geopolítica internacional. Queremos ejercerlo con independencia de las dificultades que puedan existir en el estado español y en el contexto internacional. Por tanto, no miramos hacia EU y su reconocimiento, miramos hacia nuestra posibilidad, en una Europa que está dando muy pocos ejemplos de calidad democrática, de lograr un revulsivo democrático en este pequeño rincón del Mediterráneo.