Elkarrizketa Pavlina Tcherneva-ri

La RBU acabaría sustituyendo muchos de los otros programas de bienestar”1

La fundación en Madrid de la RED Modern Monetary Theory (MMT), que persigue la consecución de un 0% de desempleo, nos ha otorgado la oportunidad de conversar con uno de los mayores exponentes de este enfoque económico, traducido al español como la Teoría Monetaria Moderna. Se trata de Pavlina Tcherneva: esta economista norteamericana de origen búlgaro es profesora asociada en el Ward College de Nueva York, del Levy Economics Institute del mismo Ward College, así como del Bizangr Institute of Sustainable Prosperity. Tcherneva ha sido capaz de aplicar sus investigaciones y sus descubrimientos a la realidad social de numerosos países, obteniendo resultados sorprendentes. El desempleo, el trabajo garantizado y, sobre todo, la soberanía monetaria son los temas principales de una conversación realmente inspiradora. 

¿Sabe que para los españoles el desempleo es el mayor problema? ¿Qué está pasando en Estados Unidos? ¿Están caminando de verdad hacia el pleno empleo?

En general, se ha creado mucho empleo… precario. Perdimos muchos puestos de trabajo después de la crisis. Nuestro mercado laboral se recuperó según las cifras oficiales, pero no con los puestos de trabajo a tiempo completo que perdimos. Estamos creando sobre todo empleos a tiempo parcial, y no son precisamente voluntarios. Además, mucha gente se ha rendido y ha salido de la población activa, que ha experimentado un bajón muy importante. En la medida en que la gente abandona la búsqueda de empleo, ya no aparece en las estadísticas de parados. Esto no es precisamente la solución al problema, ¿no? Tenemos otros estimadores adicionales elaborados por nuestros servicios estadísticos, pero no se les presta ninguna atención. 

¿Y qué dicen esos otros estimadores?

El porcentaje oficial de desempleo es ahora mismo del 4,7%, unos siete millones y medio de personas; sin embargo, si a esta cifra se añadiera la gente que ya no busca trabajo, los trabajadores a tiempo parcial que en realidad quieren tener un trabajo a tiempo completo, la tasa de desempleo se multiplicaría, por lo menos, por dos. Nos podemos encontrar con cifras de paro de 17 millones, un 11%, que en los EEUU es muy poco común, especialmente en un período de recuperación. 

¿Qué pasa con toda esta gente?

Para entender esto hay que dejar de prestar atención a las cifras oficiales. Hay un gran segmento de la población que está ya fuera de la población activa. Muchos economistas te van a decir que se trata de “desempleo estructural”, que son personas que no tienen la cualificación para conseguir un puesto de trabajo, que sus trabajos se los ha llevado la tecnología, que el coste de recuperarlos para el mercado de trabajo es muy alto –esta es, de todas, la peor excusa, porque esos costes han bajado en todas partes con la crisis–. El mercado de trabajo se ha hecho más y más precario. Los beneficios sociales han desaparecido, los salarios han bajado, apenas tenemos contratos laborales a largo plazo, apenas tenemos sindicatos… En este punto de fracaso social es cuando determinados economistas, que no han podido o no han querido solucionar el problema del desempleo, deciden ponerle una etiqueta nueva, que es la de desempleo natural. Afirman que no se puede hacer nada, que es desempleo estructural del mercado, que se produce por la automatización, que vienen los robots…  

Y no es científicamente correcto. ¿Es ideología, entonces? 

Totalmente. Si tu compromiso ideológico es el de no actuar para conseguir empleo seguro y dejarle esta tarea al mercado, no deberías sorprenderte de encontrarte con altas cifras de desempleo, porque el sector privado, el mercado, va a hacer siempre todo lo posible para hacer bajar el coste de la mano de obra o bien, si puede, sustituirla por la tecnología. Al perseguir solo el beneficio, el sector privado se ve frecuentemente atrapado en un círculo vicioso en el que se despide a mucha gente, por lo que se necesita una fuerza correctora. Ahora bien, si tu ideología es anti Estado, ni siquiera puedes sentarte a pensar qué políticas llevar a cabo para corregir esta situación. 

Propone una aproximación “desde abajo” al problema del desempleo, que consiste en la creación directa de puestos de trabajo. ¿Se podría aplicar esto a España con tantísimos parados?

El problema no es la cantidad de desempleados. La aproximación “desde abajo” consiste en ofrecer una solución directa al problema: si tu problema es la falta de trabajo, tienes que proporcionarle a la gente trabajo. ¡Es muy sencillo! Si la gente necesita un trabajo, se le proporciona un trabajo, no educación, ni recortes fiscales a las empresas a ver si con ello se deciden a contratar

Sobre el papel está muy bien, pero ¿y la realidad?

Ahí tienes el New Deal de los años 30. Otro ejemplo, menos conocido: durante muchas décadas, Suecia tuvo un modelo en el que el Estado era el empleador de último recurso. El gobierno, los sindicatos y las empresas acordaban asegurar el pleno empleo como objetivo prioritario: si las empresas necesitaban despedir gente, negociaban la cantidad con los sindicatos y después los despedidos eran contratados por el sector público. Hay, de hecho, muchos programas de creación de empleo directo, pero ahora son pequeños, ya no pensamos en las grandes cifras como ocurrió con el New Deal norteamericano. 

¿Cuáles son las posibilidades de que esto se lleve a cabo? Si hay voluntad política, estoy completamente segura de que los gobiernos pueden poner en marcha estos programas –porque lo he vivido además de estudiarlo– y, además, de manera muy rápida, en cuatro o seis meses. No son procesos administrativamente complejos. Por ejemplo, el New Deal se activó en seis meses y teníamos un desempleo del 30%; el Plan Jefes de Hogar en Argentina comenzó a andar con un 25% de paro, y arrancó en solo cuatro meses

Fue asesora del Gobierno argentino precisamente con la aplicación de una política de empleo directo: el Programa Jefes de Hogar…  

¿Sabes lo que hicieron? Se les preguntó a los parados qué trabajos querían o deseaban desempeñar: ¡eso les empoderó mucho! Las comunidades locales, los partidos y los sindicatos, muy desarrollados, eran los organizadores del programa sobre el terreno. El Gobierno entregó el dinero a las localidades, la gente hacía propuestas que tenían que superar un proceso de aprobación, y, en muchas ocasiones, tenían una relación directa con lo que la comunidad necesitaba: se montó una tienda para tejer uniformes escolares, ropa para el gimnasio, jardines comunitarios, cocinas… La gente sabe lo que quiere, y si le permites decidir qué necesita la comunidad, el resultado es el de un enorme empoderamiento. 

Aquí hay un elemento nuevo: no se produce esa intervención brutal del Estado que siempre se teme. Se le pregunta a la gente…  

¡Claro! Por ejemplo, en las áreas rurales, los agricultores son los que más saben. Y nos hacían saber que tenían problemas de irrigación, entonces ellos elaboraban el proyecto. Incluso personas que vivían en las comunidades más pobres de los suburbios de Buenos Aires, que llevaban décadas olvidados, como si no existieran, la gente más pobre que nos podíamos encontrar… ellos mismos elaboraban algunos de los proyectos: biblioteca, centros de salud… Una ciudad a la que fui se llamaba Ciudad Oculta, y se había denominado así durante décadas… y un año después de que el proyecto Jefes de Hogar terminara, le cambiaron el nombre… 

En lugar de una invasión del Estado, se trata de un empoderamiento de la comunidad. No todo fue perfecto: en algunas zonas el programa no funcionó tan bien… Pero hubo algo más, y es que supuso un gran estímulo para el resto de la economía argentina: en primer lugar, mucha más gente de la prevista se propuso como candidata para trabajar, eso es lo que llamamos desempleo escondido; el Gobierno esperaba que participara medio millón de personas y se presentaron dos millones, el 13% de la población activa. En dos años, estas cifras comenzaron a bajar, porque la gente empezó a irse al sector privado. Era un programa en el que el Gobierno, en vez de los microcréditos de los que tan bien se ha hablado, proporcionaba, por ejemplo, máquinas de coser a las mujeres y les pagaba hasta que ellas conseguían montar sus propias tiendas. Estas mujeres trabajaban muchísimas horas, aunque el Gobierno solo les pagaba cuatro y ellas trabajaban al menos ocho. Además, podían acabar ahorrando algo, invirtiendo y creando pequeñas empresas. Las cosas no fueron igual para las personas que venían de la clase media y querían volver al sector privado… pero acudían también porque querían ver a sus vecinos y seguir formando parte de la comunidad. Algunas personas, al saber que se trataba del programa Jefes de Hogar, prestaban incluso sus habitaciones, garajes… como locales para los proyectos, ofreciendo sus propios recursos. 

Es decir, que se trata de algo más que de números. Hablamos de personas… Pero ¿cómo evolucionó el desempleo?

Bajó muy rápidamente desde el 25% al 7% en unos dos años. El efecto multiplicador, de 2,5, era muy alto: por cada dólar invertido en el programa se generaban dos dólares y medio en la economía argentina. El PIB creció, por muchas razones además de por este programa Jefes, a un ritmo de entre el 8 y el 12%… y durante esta crisis no les ha ido tan mal…

¿Cómo se financió este programa?

El Gobierno pagaba en pesos porque habían roto ya la convertibilidad con el dólar. Cuando tienes una caja de convertibilidad como la que tuvieron con el dólar, tu capacidad para gastar está muy restringida: no puedes incrementar los pesos para gastar si antes no has obtenido la misma cantidad de dólares. Si Argentina importa, entonces pierde pesos y no puede incrementar el gasto público, esto lleva a la austeridad de manera automática. Al abandonar la convertibilidad y adoptar su propia moneda con su propio Banco Central, el peso se devaluó, pero después se estabilizó, no fue ninguna locura.  

Una vez alcanzada la soberanía monetaria, se financió el programa con el presupuesto general y el coste financiero no llegó al 1% del PIB. ¡No es un programa caro en absoluto! Los salarios eran bajos, se pagaba a la gente por solo cuatro horas. Se podría haber gastado el 2% al menos. 

Entonces no se trata de un coste inasumible, como se podría pensar. 

¿Inasumible? Mira, en España el coste del seguro de desempleo es del 2,5% del PIB. Insisto: los salarios eran bajos. Los efectos sobre la extrema pobreza fueron muy fuertes, porque descendió mucho, pero no sobre la pobreza. Este fue un punto negativo del programa. 

Hablando de trabajo garantizado, existe una fuerte controversia entre este concepto que ha ejemplificado y el de Renta Básica Universal (RBU). ¿Hay alguna síntesis posible? 

He escrito mucho sobre el tema y llevo hablando con defensores académicos de la Renta Básica Universal durante más de 16 años. Todos tenemos los mismos objetivos y estamos preocupados por los mismos problemas, pero la RBU, en mi opinión, no soluciona ni el problema de la pobreza ni el del desempleo. No creo que empodere tampoco a la gente. Hay muchas razones. En primer lugar, se ha calculado que el coste financiero para España sería del 20%. Sin embargo, el coste de un plan de trabajo garantizado en España ascendería a solo un 3% del PIB. O, como mucho, a un 4%. ¿Por qué? Pues porque no se aplica a todo el mundo, sino a quien más lo necesita. 

Y solo durante un período, hasta que la economía se recupera

Exacto. En segundo lugar, es verdad que hay gente a la que no habría que hacer trabajar; esto es un indicativo de que podríamos combinar ambos métodos. Pero la persona desempleada que quiere trabajar y recibe una RBU, aunque no se va a morir de hambre seguro, no conseguirá un trabajo. ¡Porque los trabajos no están ahí, el mercado está destrozado! El problema está ahí, en que el mercado no crea empleo porque prefiere automatizar o hacer otras cosas

Pero hay más razones. La RBU acabaría sustituyendo muchos de los otros programas de bienestar, lo que sería un gran problema. ¿Cómo podemos defender el salario mínimo? Nos dirían: oye, ya tienes tu RBU y tus ingresos básicos, ¿por qué no te vas al mercado?

De lo que dice se deduce que la RBU puede llegar a actuar como la idea neoliberal de “toma un cheque y lo gastas como quieras”. 

Esa es la razón por la que en EE.UU. la RBU obtiene un fuerte apoyo en la derecha. El propio Milton Friedman la apoyaba. La izquierda tiene que saber cuál es su aliado: lo que quiere la derecha es eliminar todas esas prestaciones sociales que se adquirieron en el pasado a través de luchas de los trabajadores. Además, si recibes la RBU, ¿no te vas a ver discriminado en el mercado?

Pero el caso es que dentro de la izquierda hay expertos que llevan estudiando el tema de la RBU desde hace muchos años…

Pero descartan la necesidad de que la gente participe en el proceso de producción, quieren desmercantilizar el trabajo. ¡Pero es que por esa vía no se empodera a la gente! Si se pregunta a los pobres qué quieren, lo que buscan es reconocimiento. Además, eso nos permite reconducirlos a hacer cosas que además necesitan para ellos. Aquí está la solución: en la bibliografía sobre la RBU existe un concepto que se denomina “ingreso participativo”: se entrega un ingreso a alguien pero se le exige, bajo el principio de reciprocidad y de obligación social, que esa persona contribuya participando en actividades socialmente útiles; para mí, esta es la mejor manera de combinar trabajo garantizado y RBU. Así, yo puedo apoyar un ingreso por hijos, ingresos a minusválidos… pero también permitir a los minusválidos que quieran trabajar que trabajen. Esta es la vía para unificar a la izquierda en este asunto, pero mientras determinada izquierda continúe empeñándose en desconectar el ingreso del trabajo, me temo que será un caballo de Troya. 

Muchos dicen, sin embargo, que estamos ante el fin del trabajo, que los robots ya están aquí…  

No. La izquierda no puede comprar este argumento. Este argumento viene de Silicon Valley, de los tecnócratas que quieren automatizar los empleos y echar a la gente, quedándose con los beneficios. Por eso quieren la RBU. 

Para que la RBU actúe como una especie de rescate a las empresas privadas…  

¡Exacto! Un rescate para las empresas que quieren automatizar los puestos de trabajo, ¡y así lo dicen ellos! La RBU pone una venda a la injusticia estructural. Lo que necesitamos es más bien arreglar el mercado y que la gente tenga oportunidades laborales. Eso de que la gente va a recibir la RBU y se va a juntar y van a salir cosas de ahí… eso no va a ocurrir. 

Perdone mi ingenuidad: su aproximación de abajo arriba es sencilla, posible y eficiente. ¿Por qué no se pone en práctica? Dicho de otro modo: ¿quién pierde con el pleno empleo?

Bueno, es que la amenaza del desempleo constituye un poder muy grande que se ejerce sobre los salarios. Michal Kalecki ya dejó esto escrito en 1944: las empresas perderían con el pleno empleo. En realidad, en una economía capitalista mixta todos ganaríamos: más demanda, más consumo, más ventas, trabajadores más cualificados, dejaríamos de pagar por enfermedades causadas por el desempleo… El trabajo garantizado es una red de seguridad que realza el capital humano de la fuerza de trabajo. Lo que pasa es que si desaparece la amenaza del desempleo, esa lucha entre trabajadores y empresarios se verá drásticamente alterada

Alterada en favor de los trabajadores… Pero vámonos a la eurozona. Sabe que es ahora mismo un hervidero, ¿se puede aplicar aquí su aproximación de abajo arriba?  

Yo creo que a pesar de todo se puede poner en marcha un programa de empleo directo en España bajo las actuales circunstancias. E incluso se puede diseñar de modo que cueste incluso menos de lo que se está pagando actualmente por el desempleo. En cualquier caso, ¿cómo financias la RBU en la eurozona? ¡Es mucho más difícil! Mira, con el trabajo garantizado, habría mucha gente que, al entrar en el programa, ya no recibiría el subsidio de desempleo. ¡Si se saca a la gente de la pobreza, aquellos ingresos destinados a la pobreza también descienden!

Piensa, además, en todos estos jóvenes sin empleo: se trata de una catástrofe social. Y tiene un alto coste que ya se está pagando: crímenes, costes de policía, de seguridad… ¡Ya estamos pagando por ello! Es mucho más barato darle a la gente algo con sentido como un empleo que seguir apoyándolos financieramente, lo cual es moralmente correcto pero no los empodera en absoluto. Se podría empezar con pequeños trabajos, pensados para los jóvenes, ir expandiéndolos, asociarlos a la adquisición de destrezas y cualificaciones, para que después las empresas valoraran esa cualificación y pensaran en contratarlos.. 

Pero quienes mandan en la eurozona no lo van a permitir. Mire lo que pasó con Grecia

Era Grecia. Pero ahora va a ser España y, después, Italia… No pueden seguir haciéndolo. La eurozona ha sido diseñada de una manera muy defectuosay la austeridad va a destruir la eurozona. Esto va a suceder. Hay que estar preparados: lo primero es explicarle a la gente que no hay nada natural en la austeridad y, sobre todo, que la eurozona no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Normalmente los países tienen su propia moneda; solo cuando eres una colonia adoptas la moneda de la metrópoli, del poder colonial, y solo tendrás independencia si recuperas tu moneda propia

Entonces puede que seamos una colonia…

Bueno, sería un modelo muy raro porque hay un consenso voluntario ahí. Un acuerdo voluntario que consiste en separar al gobierno de su dinero. ¡Los EE.UU. lucharon una guerra por esta razón. Queríamos tener nuestro dinero y los ingleses nos lo prohibían! No se puede tener independencia hasta que no tienes tu propia moneda soberana bajo un sistema de flotación libre. Por estas razones, la eurozona constituye algo absolutamente único, porque hasta ahora no había habido una unión en la que el gobierno estuviera separado del banco central de una forma tan radical: es como un divorcio. En EE.UU. hay separación, vale, pero el banco central nunca va a devolver un cheque del gobierno. La Fed nunca dirá “no” a un programa propuesto por el gobierno y votado en el Congreso. En España no hay banco para pagar lo que decide el gobierno

Hay un problema añadido. Los países mediterráneos nos avergonzamos de nuestra clase política y hemos visto siempre en la idea europea nuestra salvación. 

Ocurre lo mismo en Bulgaria, que es donde nací… Eso de que Europa soluciona nuestros problemas… El proyecto europeo comenzó como un progreso pacifista y progresista, sí, pero el sistema monetario diseñado está acabando con el ideal: los nacionalismos que están surgiendo, los sentimientos antiinmigrantes… No se pueden perseguir esos ideales de integridad y paz cuando se impone una austeridad no necesaria y tan severa. Si hubiera una federalización, con un gobierno fiscal en Bruselas, podríais tener vuestro propio programa Jefes de Hogar, por el que pagaría Bruselas. Tenéis que decidir si la reforma es posible. Si las cosas siguen así, el euro sufrirá muchas más crisis y causará mucho más daño, mucho más que con cualquier alternativa

¿A largo plazo salir de la eurozona sería mejor? Hay mucha gente que dice que dentro del euro se resisten mucho mejor las crisis como la que hemos vivido desde 2008…

Piensa en la alternativa: ¿va a mejorar vuestra vida con la austeridad? ¿Va a empeorar si tienes soberanía monetaria incluso bajo un gobierno corrupto? Continuar con la austeridad va a provocar que los salarios sigan bajando, que haya más privatizaciones… Cuando en EE.UU. el gobierno gasta, lo hace con el nuevo dinero que le adelanta el banco central. El banco central respalda los cheques que el gobierno da a las empresas contratistas, que después pagan impuestos al gobierno. Ese dinero en concepto de impuestos cancela el dinero creado inicialmente. Al contrario de lo que se piensa, para ingresar impuestos, primero hay que gastar

Ahora, si yo soy una empresa y el gobierno paga cien dólares y me cobra impuestos por veinte, esos ochenta dólares continúan en mi cuenta bancaria, son dólares creados por el banco que yo tengo. Pero en la eurozona no hay un gobierno propio que incurra en gastos y en déficits, y esto es muy importante. Si el Gobierno español necesita dinero tiene que pedir prestado al banco; este banco nunca adelanta el dinero al gobierno. Por eso, en España, para gastar o bien cobras impuestos o bien pides dinero prestado. Es una disociación entre el emisor de la moneda y el usuario.  

Hagamos un ejercicio: si el gobierno gasta 100 y grava 20 en impuestos, el sector privado se queda con 80: esos son sus ahorros y también el déficit del Estado. A la gente le da tanto miedo el déficit… ¡Pero es que el déficit gubernamental es el superávit del sector privado, es el ahorro! Esto es verdaderamente fundamental: la gente, las empresas, siempre tienen una tendencia a ahorrar… por lo tanto, tiene que haber algún otro agente que, por decirlo de alguna forma, desahorre. 

Entonces la trampa consiste en pensar que los déficits son malos por sí mismos. Es un fetichismo. 

¡Exactamente! La fobia al déficit es, posiblemente, el obstáculo mayor para que podamos hacer lo que queremos. La gente cree que hay que cumplir con la austeridad… y lo que ocurre en realidad es que si un agente ahorra el otro tiene que endeudarse. La idea de la austeridad es totalmente antinatural. Porque, si el gobierno tiene superávit, ¿qué pasa? ¿Qué pasa si el gobierno gasta 100, da 100 al sector privado y lo grava con 150? ¿Qué le pasa al sector privado? 

Que se queda endeudado

Que se endeuda. ¿Entonces qué queremos, que el sector privado se endeude para que el gobierno equilibre los balances? ¡Es una locura!

Esto es lo que ustedes denominan finanzas funcionales: nada ocurre sin producir efectos. El déficit público es ahorro privado. Es un sistema. Visto así, todo se vuelve más fácil. Pero a los españoles, a los griegos, se nos acusa de trabajar poco, de trabajar en negro, de cobrar subsidios. Hay un cierto racismo cultural que lo empeora todo y que nos quita credibilidad aunque presentemos buenas alternativas como la que explica…

En Estados Unidos se dice lo mismo de los afroamericanos. Piensa en una cosa: no se puede saber quién es un vago y quién no, a no ser que llegues a una situación de pleno empleo. Solo si la economía provee de un número suficiente de empleos a quien los busca, entonces, solo entonces, se podrá saber quién trabaja más y quién trabaja menos. Pero si tu economía tiene a dos personas y solo genera un puesto de trabajo, a la segunda persona le puedes hacer lo que quieras: formarla, mentalizarla, darle un doctorado, conocimientos informáticos… pero nunca tendrá un empleo. Es como el juego de la silla: si solo hay nueve sillas, el décimo individuo, por muchos conocimientos que tenga de informática, se queda sin la suya. Y es que el mercado no crea suficientes empleos, y siempre podremos decir que la gente es perezosa, que está a gusto con sus subsidios… pero en realidad es al revés. Siempre que se piensa en estos vagos, se hace partiendo de un supuesto que no se produce nunca, y es que la economía produce los suficientes puestos de trabajo

Si nos salimos del euro, perderemos la confianza de los inversores, de los prestamistas, vendrá la inflación y todos nuestros fantasmas…   

Son mitos. Si vuelve la peseta, no dependes de prestamistas para tener pesetas, porque la peseta viene de tu banco central. No tienes que pedirla prestada ya porque eres el monopolista de la peseta. 

¿Pero no puede haber una espiral inflacionista? Ya sabe, imprimir, imprimir, imprimir…

Sí, puede pasar. ¿Cómo puede pasar? Si el gobierno gasta, gasta porque necesita algo. Si la economía produce ese algo, no se genera inflación. Si sigues gastando pero no obtienes lo que necesitas, entonces sí se genera. En Japón se produjo la deuda pública mayor de la historia, pero los acreedores no les castigaron, porque tenían un banco central. Sin embargo, con la deuda mayor de la historia mundial, han tenido veinte años de deflación. Y no crean empleo porque no lo hacen de manera directa. 

¿Hay un retorno del Estado clásico, regulador, intervencionista, con la MMT?

La Teoría Monetaria Moderna, la MMT, no tiene ninguna orientación política en particular, solo explica cómo funciona un sistema monetario y que si tienes soberanía monetaria, no recaudas impuestos para gastar, es al revés: primero gastas, luego gravas con impuestos. Eso es lo primero. Una vez que la gente entiende esto, si se ve que hay paro, se pueden bajar los impuestos, porque no hay nada malo con el déficit, lo que importa es en qué gastamos. Además, la propuesta del trabajo garantizado empodera a la gente, la libera, de hecho. Se incrementa la participación social, el Estado solo lo financia. Esto tiene implicaciones progresistas, porque acabamos con el mito de la restricción presupuestaria y vemos que muchas cosas imposibles se vuelven posibles. Y entonces se puede ver qué quiere la gente. Y luego puedes llegar a la conclusión de que el sector financiero es demasiado grande y procedes a regularlo, pero eso es ya otra historia diferente… 

Para terminar, me gustaría preguntarle por los planes económicos de Donald Trump. A veces parece Roosevelt, pero a veces de lo más ultraliberal. ¿Qué hubiese pasado con Bernie Sanders como presidente? 

Sanders es un fenómeno, habría ganado las elecciones si el Partido Demócrata lo hubiera elegido, creo que se equivocaron totalmente. Y habría habido cambio verdadero. Sobre Trump, creo que no hay contradicción alguna: en sus primeros días, se está comportando como lo que es, un neoliberal. Está interrumpiendo programas de financiación pública, congelando el gasto… está privatizando el sector público. Aunque hable con un lenguaje populista, está incentivando al sector privado de muchas formas para construir infraestructuras. Sus políticas son reaccionarias. Podría tener un buen efecto a largo plazo si aumenta el déficit para gastar. Pero podría ser nuestro peor caballo de Troya…

Argi ote?

Irakurri behin eta berriz, baldin eta erdara batua badakizu…


1 Ikus http://ctxt.es/es/20170201/Politica/10853/RBU-trabajo-garantizado-neoliberalismo-teoria-monetaria-moderna.htm.

Iruzkinak (2)

  • joseba

    Why We Need a Federal Job Guarantee

    https://www.jacobinmag.com/2017/02/federal-job-guarantee-universal-basic-income-investment-jobs-unemployment/

    Giving everyone a job is the best way to democratize the economy and give workers leverage in the workplace.

    (…)
    A job guarantee is not a new idea. It has been part of the American conversation at least since populist governor Huey Long put forth his Share Our Wealth Plan. In 1934, he argued that the United States should use public works to ensure “everybody [is] employed.” These calls were echoed by politicians from Roosevelt in his Economic Bill of Rights to George McGovern during his 1972 presidential bid. Martin Luther King also stumped for a job guarantee, demanding immediate “employment for everyone in need of a job.” He saw “a guaranteed annual income at levels that sustain life and decent circumstances” as the second-best option.
    Here are five reasons to agree with him.
    1. A job guarantee means fewer poor Americans.
    A job guarantee would reduce poverty more quickly and provide more benefits than a UBI. To ensure a sufficient income, we argue for a FJG that would pay a minimum annual wage of at least $23,000 (the poverty line for a family of four), rising to a mean of $32,500. This would eliminate the “working poor” for full-time working households. In addition to the wage, workers in the FJG program would receive health insurance and pension benefits in line with those that all civil servants and elected federal officials receive.
    In comparison, many of the UBI proposals promise around $10,000 annually to every citizen (for an example, see Charles Murray’s proposal here). On the one hand, this plan would break the link between employment and money. But it does so at half the rate that would be available under the FJG, not even considering lifesaving benefits like health insurance.
    2. The robots haven’t taken over yet. We still need workers.
    The dangers of imminent full automation are overstated: there is little evidence that companies are largely replacing human workers with robots. As Dean Baker explains,
    If technology were rapidly displacing workers then productivity growth — the rate of increase in the value of goods and services produced in an hour of work — should be very high, because machines are more efficient. In the last decade, however, productivity growth has risen at a sluggish 1.4 percent annual rate. In the last two years it has limped along at a pace of less than 1 percent annually. By comparison, in the post–World War II “Golden Age,” from 1947 to 1973, productivity grew at an annual rate of almost 3 percent.
    No doubt, stable and high-paid employment opportunities are dwindling, but we shouldn’t blame the robots. Workers aren’t being replaced by automatons; they are being replaced with other workers — ones lower-paid and more precariously employed. Nevertheless, technology, and globalization, have struck fear into American workers.
    Not because they are by nature a raw deal, but because the balance of forces over the last few decades has been skewed so dramatically in the favor of capital. Technology, nor globalization, need have negative employment effects on workers — but they certainly can. It’s time to get the rules right, and ensure workers are provided the dignity of a job. A federal job program would solve the real problem, while UBI would simply treat a side effect.
    3. A FJG could build an inclusive economy.
    Conventional wisdom holds that people dislike work. Introductory economics classes will explain the disutility of labor, which is a direct trade-off with leisure. Granted, employment isn’t always fun, and many forms of employment are dangerous and exploitative. But the UBI misses the way in which employment structurally empowers workers at the point of production and has by its own merits positive dimensions.
    This touches on a heated debate on the Left. But for now, there is no doubt that people want jobs, but they want good jobs that provide flexibility and opportunity. They want to contribute, to have a purpose, to participate in the economy and, most importantly, in society. Nevertheless, the private sector continues to leave millions without work, even during supposed “strong” economic times.
    The workplace is social, a place where we spend a great deal of our time interacting with others. In addition to the stress associated with limited resources, the loneliness that plagues many unemployed workers can exacerbate mental health problems. Employment — especially employment that provides added social benefits like communal coffee breaks — adds to workers’ well-being and productivity. A federal job guarantee can provide workers with socially beneficial employment — providing the dignity of a job to all that seek it.
    The FJG would also act as a de facto wage floor — private employers will have to offer wages and benefits at least as enticing as the federal government to attract workers. There has been extensive public support for recent increases in the minimum wage, such as the Fight for $15 campaign, demonstrating that most Americans believe workers deserve a living wage. Fighting for a higher minimum wage is an important step to ensure that workers are compensated a living wage rather than a poverty wage, yet let us not forget that the effective minimum wage in this country without a UBI or a job guarantee is $0. This must change.
    Finally, some argue that a “skills mismatch” explains why some workers remain unemployed. While we reject that narrative, a well-designed FJG will nevertheless include a training element to build workers’ skills and a jobs ladder to create upward mobility in the workplace.
    All of these elements will build an inclusive economy that provides good jobs for all. The UBI, in contrast, could subsidize bad jobs — allowing low minimum wages and lack of benefits to persist.
    4. Federal jobs could provide socially useful goods and services.
    During the Great Depression, the Works Progress Administration (WPA) and Civilian Conservation Corps (CCC) were public employment programs designed to put Americans back to work after the national unemployment rate reached 25 percent. These programs, implemented under the Roosevelt administration, provided socially beneficial goods and services that benefited all Americans. Some of our national parks — Zion, Glacier, and Shenandoah — received substantial work contributions from employees of the federal jobs programs. The Blue Ridge Parkway was a federally funded and staffed infrastructure program.
    A new federal job guarantee could undertake similarly bold and much-needed public-works projects.
    The American Society of Civil Engineers gave the United States a D+ in infrastructure and prices necessary repairs at $3.6 trillion. This lack of investment has lowered employment rates, cost businesses sales, and reduced incomes for American families. Make no mistake, these are government choices. They could choose instead to hire unemployed workers to repair bridges, maintain roadways, and update power grids.
    Likewise, Bill McKibben just called for us to “declare war” against climate change. With climate change being perhaps the largest threat to our well-being, bold action is needed. The job guarantee program would create the capacity to do just that. Professor Robert Pollin of the Political Economy Research Institute calls for scaling up the transition to a green economy, which would create millions of new jobs along the way. He and his colleagues estimate what a Green New Deal would look like, and find that a transition to a green economy would amount to an estimated $200 billion in investment annually, resulting in a drop in “US emission by 40 percent within 20 years, while creating a net increase of 2.7 million jobs.” In part, this is due to the labor-intensive nature of energy efficiency and other “green” investments.
    Additional services, when combined with a FJG, would save average American households thousands, if not tens of thousands, a year. According to the Economic Policy Institute, for example, tuition-free and universal child care and education — staffed by FJG workers — would trim an average of $22,631 annually from families’ budgets in expensive places such as DC while saving households in places like Arkansas a more modest $5,995 on average.
    To be sure, a UBI would free up time to volunteer, to care for sick relatives, or to start small businesses. Additionally, the UBI would finally provide greater financial freedom to those that choose to stay at home and engage in care work — disproportionately provided by women. However, the FJG has the ability to provide high quality services, such as child care and elder care, that would greatly reduce the care burden, providing more choice while building on the current social safety net.
    5. It’ll stabilize the economy.
    A FJG would bring us much closer to actual full employment, not the neoclassical full employment that subjectively allows for some optimal frictional unemployment. Most contemporary economists rely on the non-accelerating inflation rate of unemployment (NAIRU) to calculate this less-than-full full employment artificial statistic which functions as a disciplinary tool of the bourgeoisie, but this, according to Roger Farmer is “an idea past its sell-by date.”
    By full employment, we mean simply that everyone seeking a job gets one. We’d wager that if you asked the average American what full employment means to them, they’d give you a similar answer — a job for all. Indeed, a plurality of Americans will also tell you they support a FJG.
    The UBI would likely still leave a substantial segment of the population in poverty. As Belgian philosopher Philippe Van Parijs, one of the most prominent UBI advocates, acknowledged, even a large payment through the UBI won’t necessarily secure a comfortable living for all citizens. How about those without jobs, or those who earn below subsistence wages? Of course, a UBI coupled with a non-poverty wage option and strong unionization could seriously combat poverty. The UBI would eliminate the effective minimum wage of $0 currently offered in the United States, though it would fail to provide adequate employment for all that demanded it — a crucial shortfall of such a program.
    A FJG is a sounder mechanism to combat structural inequalities, for instance through closing the persistent unemployment gap experienced by stigmatized groups who face continued discrimination. (Note, since 1972 unemployment has average double digits for black workers and has never fallen below 7 percent — a level that is only reached during times of economic crisis — for white workers).
    Further, the FJG will have a strong macroeconomic stabilization effect. During economic downturns, it would expand and hire more people; it would then shrink during economic boom periods as people move from public to better-paying private employment. Pavlina R. Tcherneva, a leading voice on the FJG’s macroeconomic effects, argues that policies like the UBI have no counter-cyclical features. Thus, when the economy takes a downturn — say as it did in 2007 — basic incomes provide no automatic stabilizers to right the sinking ship.
    This is good for the economy as a whole. Rather than expanding the unemployment insurance rolls during economic busts, the FJG would put folks to work and moderate the business cycle. Federal workers’ paychecks will increase demand, which will increase economic growth. Many economists agree that today’s secular stagnation — insufficient demand — is contributing to continued “lackluster” growth after the Great Recession. Only modest upticks in growth for the foreseeable future will come if we continue the status quo.
    Finally, as a less costly program a FJG might be easier for a future left government to enact. Some estimate that basic income could easily cost more than $3 trillion each year, while others say it will only come to $2.7 trillion. The FJG, on the other hand, will cost orders of magnitude less. Even if we conservatively guess that fifteen million unemployed workers need jobs, funding the FJG would take about $750 billion.
    We want to build an inclusive economy. The FJG will build an economy that serves the working class more efficiently and effectively than the UBI.
    The benefits will be immediately and broadly distributed. The FJG will directly target the unemployed — remedying a key predictor of poverty. By providing universal employment, it will also counteract employers’ systematic discrimination against ex-offenders, recent military veterans, and certain racial groups. Furthermore, through providing a guaranteed job, workers will be emboldened to take new actions in the private sector. This could be just the policy to reinvigorate the labor movement, spurring unionization drives to improve working conditions. These benefits will result in the federal jobs raising beneficiaries and their families above the poverty line. The UBI can make no such guarantee.
    Not only would a federal job guarantee bring justice to the millions who desire work, but it would also address the long-standing unjust barriers that keep large segments of stigmatized populations out of the labor force.
    Finally, it would reverse the rising tide of inequality for all workers. By strengthening their bargaining power and eliminating the threat of unemployment once and for all, a federal job guarantee would bring power back to the workers where it belongs.”

    1 bilioi amerikar = mila milioi europar
    1 trilioi amerikar = 1 bilioi europar

  • joseba

    Is Basic Income Basically Begrudged?
    https://medium.com/@aldursys/is-basic-income-basically-begrudged-6ccb39f0e1f#.n0vn4lwxv
    Take money from people who haven’t earned it. Give it to other people who haven’t earned it. Expect feelings to change.

    Why do you resent the rich? What is it about them that gets your goat. Why do you want to clobber them with so much taxation? In a word, why do you resent them so?
    It’s true they have lots of money, and you want their money really badly. But why do you want it so much? Why isn’t the money theirs? Why do you see taxation as some moral or religious device, some ritual purification, like burning the heretic at the stake to purify their soul? Why do you venerate philosophical tracts whose foundations are the sand of classical economics? Is it so that you can morally justify taking money away from other people?
    So search your feelings. Get to the root cause of why you resent the rich so much. Got it. It’s clear now, isn’t it.
    They simply haven’t earned it.
    They may have worked 80 or a 100 hours in a week, but then so has the single mum working two jobs to feed her family. And she isn’t getting a million a year.
    Worse they have inherited the wealth. Or worst of all they are trustafarians, living off a trust fund and genuinely confused about whether £1.5 million is a lot of money or not.
    They just don’t deserve it. They haven’t earned it. We should descend upon them, full of ire, with our trusty Albionic sword of Taxation to cut their purses from their belts.
    Then, like an outlaw in the final seconds of the film, we can hand out the coins to cheering crowds. Everybody lives happily ever after.
    Roll credits.
    But this isn’t a Hollywood film. This is real life, and that life continues long after the curtain has fallen.
    It’s then that you realise you haven’t actually solved the problem. You’ve just moved it. Because the root cause of the problem is: They simply haven’t earned it.
    The majority resent the rich because the rich have not done sufficient to justify their monetary earnings.
    But the proposed solution is to take the money from the rich and give it to other people who, similarly, have not done sufficient to justify their monetary earnings.
    Since the structure hasn’t changed, the feelings of the majority will stay the same. The resentment will follow the money. People will resent others who are getting something for nothing and then politically agitate to get the programme shut down.
    If people simply haven’t earned their monetary earnings, then to solve the problem you need have more capacity to earn, an ability to sell Labour Hours for a wage.
    You need a Job Guarantee.

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